Introducciones de Boyd-Bowman

Preámbulo

Al publicarse el Léxico hispanoamericano (en adelante LHA) en cinco series de microfichas entre 1982 y 1994, cada serie iba acompañada de una introducción en español preparada por el profesor Boyd-Bowman. Dada la importancia de la información contenida en estas introducciones y la luz que arrojan sobre el desarrollo del proyecto y su metodología, hemos querido reproducirlas aquí, revisadas y adaptadas a la configuración de la presente edición.

R.H.-N. J.J.N

Introducción al LHA del siglo XVI

Registrando, desde 1950, una enorme variedad de documentos coloniales en busca de datos para el Indice geobiográfico de 40.000 pobladores españoles de América en el siglo XVI, me fui dando cuenta a cada paso de ricos yacimientos lingüísticos que, debidamente explotados, podrían aclarar dudas sobre los orígenes y el primitivo desarrollo del castellano en América. Aquellos prosaicos documentos, recargados a menudo de aburridas fórmulas jurídicas y de valor estético poco o nulo, poseen el singular mérito, para el historiador de la lengua, de indicar fielmente tanto el lugar como la fecha precisa de composición. Y en ellos podemos descubrir, detrás del formulismo jurídico, valiosas indicaciones del lenguaje espontáneo de antaño, entre ellas ejemplos tempranos de diferencias regionales, así léxicas como sintácticas y hasta fonéticas, que con el transcurso del tiempo iban a producir los diversos dialectos hispanoamericanos que conocemos hoy día. Así concebí en 1967 la idea de analizar sistemáticamente un amplio panorama de escritos utilitarios, no retocados, del siglo XVI, representativos de cada región del Nuevo Mundo, y en lo posible de cada década del siglo, y de organizarlo de tal manera que facilitara el estudio monográfico de varios aspectos del primitivo español americano. Entre dichos temas de investigación van incluidos: la cronología de ciertos cambios fonológicos, las primitivas terminologías náutica y minera, el uso de los diminutivos y las fórmulas de tratamiento, la formación de palabras, los cambios semánticos, la penetración de los indigenismos en el habla cotidiana de los colonizadores, la cronología del paso de ciertos indigenismos de una región de América a otra, y el desarrollo de toda clase de peculiaridades regionales.

Una de las primicias de todas estas labores es el actual LHA, que viene a ser un inventario de los primitivos recursos del español americano. En él proporcionamos para cada palabra registrada justamente el contexto necesario para arrojar luz sobre su sentido y función. Sin embargo, hemos prescindido de aventurar definiciones, prefiriendo dejar que el lector deduzca el significado o sus matices de las citas mismas. Desde el principio queremos dejar muy en claro que el número de citas que damos para una palabra determinada no tiene ninguna importancia estadística, sino que responde simplemente al deseo de ilustrar lo mejor que podamos la gama de sus valores semánticos, su distribución geográfica, sus irregularidades gramaticales (si las hay), las principales variantes fonéticas, sinónimos y antónimos, asociaciones de palabras, y otras cosas por el estilo.

No cabe duda que en esta etapa temprana el lenguaje americano no se diferenciaba mucho del lenguaje coetáneo de aquella Península donde nacieron y se criaron la mayoría de los colonizadores. Pero si se piensa trazar el desarrollo histórico del español americano en sus principales variedades, el común e imprescindible punto de partida es el siglo XVI. En vista de que en aquel entonces no había transcurrido tiempo suficiente para que se desarrollaran muchas peculiaridades regionales dentro del lenguaje puramente hispánico de las colonias, decidimos ordenar nuestras citas de acuerdo con la cronología y no por su distribución geográfica. Si exceptuamos los tempranos indigenismos léxicos que adoptaron los hispanohablantes en algunas regiones de América (pero no en todas), podemos afirmar que en el primer siglo apenas comenzaba la diferenciación dialectal. Con muy pocas excepciones ha sido nuestra práctica extractar sólo documentos u obras completas, suprimiendo siempre aquellas partes que no se escribieron en América, como por ejemplo, reales cédulas, bulas, instrucciones e interrogatorios que se transcribieron en España o en otros países de Europa.

Puesto que los errores ortográficos pueden ser de alto valor lingüístico, nos hemos servido en lo posible de documentos manuscritos, originales o microfilmados, o por lo menos de transcripciones paleografiadas que merezcan confianza. Por cierto algunas regiones rindieron materiales más ricos y abundantes que otras. Las personas acostumbradas a leer el español del siglo XVI sólo en textos literarios quedarán sorprendidas quizá por la concordancia irregular y los lapsos gramaticales y sintácticos que abundan en muchas de las fuentes utilizadas. Esto se debe, desde luego, al hecho de que se escribieron con mucha prisa y espontáneamente sin pensar para nada en el juicio de la posteridad. Precisamente por eso nos dan valiosas indicaciones de cómo se hablaba en realidad en la primitiva colonia. Tal discrepancia entre el lenguaje literario y el despreocupado, fenómeno común en todos los idiomas en cada época, encierra un especial interés para el lingüista.


Fuentes

Para los fines de esta obra, el léxico hispanoamericano del siglo XVI lo definimos muy ampliamente como el que usó en aquel siglo en su español, en cualquier región del Nuevo Mundo, un hablante cualquiera, fuera o no el español su lengua materna, alta o baja su cultura o condición social, y coincidiera o no dicho elemento léxico con el peninsular coetáneo.

En la recolección de citas para el LHA no hemos despreciado ninguna manifestación del lenguaje de la época: ni el jurídico o científico o técnico, ni el rústico, ni el popular, grosero o tabú, ni siquiera el español a veces deformado de extranjeros, negros e indios bilingües, porque todos ellos contribuyeron de algún modo a la realidad lingüística de la primitiva sociedad colonial.

Muchos de los documentos estudiados son de carácter práctico, escritos con prisa y con poca preocupación por el estilo pulido. Van incluidos documentos comerciales, contratos, testamentos, cartas, relaciones, actas de cabildo, y copiosos informes relativos al Estado, a la Iglesia, y a la Inquisición. A estos hemos agregado crónicas, obras literarias y didácticas, correspondencia particular, y documentos notariales procedentes de la América Central. También incluimos citas para los primeros años del español en las Antillas (1493-1510).

Como ya dijimos, se han aprovechado con preferencia documentos manuscritos de fecha segura, así originales como en microfilm. Con este propósito yo y los mejores alumnos de mi curso de Paleografía Hispanoamericana transcribimos y organizamos sistemáticamente el Archivo de Protocolos Notariales de Puebla, años 1540-56 (1.600 documentos) y entresacamos buen número de instrumentos informativos de fecha posterior. También transcribimos diversos manuscritos de fines del siglo XVI pertenecientes a la Colección Gran Colombia de la Biblioteca de la Universidad del Estado de Nueva York en Buffalo, además de la Relación circunstanciada de Costa Rica... (1566), y aprovechamos en microfilm el MS del libro XII de la Historia general de fray Bernardino de Sahagún (Códice Florentino), y la corta crónica peruana, recién publicada, de Pero López.


Fonología

Los trueques y cambios que el sistema fonológico sufría (seseo, ensordecimiento de sibilantes sonoras), se iban generalizando, como lo sugieren grafías tardías como xemir, xeneral, xente, xamás, xuzgar. Para nosotros el error dixo 'digo', documentado en Guatemala en 1596, indica que para esa fecha algunos hablantes comenzaban a pronunciar la fricativa sorda ya no palatal, sino netamente velar.

En la segunda mitad del siglo XVI se evidencia también en México y el Perú, en los frecuentes errores ortográficos cometidos por escritores o amanuenses indígenas bilingües, la dificultad que tuvieron los indígenas ladinos en distinguir entre las oclusivas sordas y sonoras del castellano (p/b, t/d, k/g), oposición desconocida en los sistemas fonológicos del náhuatl y del quechua. No cabe duda que tales inseguridades caracterizaban el español hablado por millares de indios ladinos de la colonia. Son especialmente notables tales trueques en el célebre Códice Florentino (1569-79), dictado por el viejo fraile Bernardino de Sahagún, enfermo ya y casi ciego, a sus discípulos aztecas, y en la larga Nueva Corónica que compuso de su propia letra hacia fines del XVI y comienzos del XVII, Felipe Guamán Poma de Ayala, indio noble de la antigua casa real incaica.

El MS de Sahagún trae por ejemplo:
(p/b) destemblado 'destemplado', bortadas 'portadas', retumpa 'retumba'
(t/d) tartava 'tardava', advierde 'advierte', engentra 'engendra', templamiendo 'templamiento', tivertir 'divertir', cordir 'curtir', coberdura 'cobertura', destigos 'testigos', terivatión 'derivación', tissimulación 'disimulación'
(k/g) dublecar 'doblegar', cabilán 'gavilán', tiánquiz 'tiánguiz', gotaras 'cutaras', mancas 'mangas', cargantas 'gargantas', horticas 'hortigas', bozinclero 'vocinglero', mantenca 'mantenga', corgovados 'corcovados', carrotaços 'garrotazos', castava ‘gastaba', carca 'carga', acudos 'agudos', corgojo 'gorgojo', acugerados 'agujerados', públigo 'público', hunquillos 'honguillos', encreírte 'engreírte', gruxido 'crujido', yncles 'ingles', xerinca 'jeringa', amarcas 'amargas', cásgaras 'cáscaras', cancrejos 'cangrejos', comargas 'comarcas', cruesa 'gruesa', estómaco 'estomágo', dominigo 'dominico', lecumbres 'legumbres', crillos 'grillos', añuzcávanse 'añusgábanse'.

No faltaron trueques parecidos, pero menos comunes, en otras fuentes mexicanas: paldía 'baldía', borcelana 'porcelana',tondedad, endiendo 'entiendo', líquitos 'líquidos', cadarro, guchillos 'cuchillos', propingo 'propincuo', gotagoral 'gota coral', esgrebí 'escrebid', galafate y galafatear.

En el MS autógrafo del indio peruano Guamán Poma notamos principalmente trueques entre velares:
seguases 'secuaces', viguña 'vicuña', ticre(s) 'tigre(s)', critos 'gritos', crillos 'grillos', sancre 'sangre'; también dacha 'tacha'.

En otras fuentes coloniales recogimos curasco 'curazgo', dublicados, patagones 'patacones', gubiletes 'cubiletes' y abogar (corregido indebidamente en abocar, en un manuscrito guatemalteco de 1588).


Morfología

Es notable la variedad de creaciones morfológicas y la abundancia de sufijos usados con la misma raíz, por ejemplo: certeza-certidumbre-certinidad, o bien, altor-altura-altitud (sin mencionar alteza, con su significado especializado).


Sintaxis

Es una característica del lenguaje no literario del siglo XVI el exhibir una concordancia y una sintaxis mucho menos fija de la que encontramos en la literatura de la misma época. Así encontramos a cada paso frases como:ciertas letras que tiene en la cara se lo hizo poner su señora; 3 hijos ... los dos machos ... y el otro henbra; le dixo ( la esclava), ablándole sobre la dicha preñez, que lo estava de su señor.

Como pequeña muestra de las posibilidades que brinda el LHA en el terreno de la sintaxis, presentamos la voz común palabra. Aparece ésta en nuestras fuentes como complemento directo de los verbos siguientes: cumplir, dar, decir, guardar, hablar, soltar y tener. Además figura en expresiones hechas como ponerse a palabras con (alguien), hablar palabras aceleradas contra (alguien), decir palabras feas (deshonestas o mayores), maltratar (o afrentar) de palabra, hacer un testamento por escrito o por palabra, y desposarse (o concertar casamiento) por palabras de presente (o de futuro).


Léxico procedente de otras lenguas

Todos sabemos que los primeros europeos en América, hablando de la exótica fauna y flora, y de las extrañas costumbres de los pueblos indígenas, tuvieron no poca dificultad al buscarles nombres en su propio castellano. A veces optaron por bautizarlos con nombres españoles (por ej. tigre, león, piña) creyendo ver alguna semejanza con animales, plantas u objetos que ya conocían, pero en la mayoría de los casos se vieron obligados a imitar, lo mejor que pudieron, los nombres que les daban los mismos naturales. Pero no sólo tales nombres variaban de región en región con la multiplicidad de lenguas y dialectos, sino que podía adoptar múltiples formas una misma voz indígena debido a la dificultad de acomodar sus sonidos a los sistemas fonológico y ortográfico de los conquistadores, cuya lengua no era uniforme tampoco. No nos debe sorprender pues que algunas palabras ofrezcan tantas variantes fonéticas u ortográficas (por ej.güipil, guaypil, güepil, guayapil, güeipil; chiquihuite, chiquigüite, chiquibite, chicubite, chicobite; nahuatlato, naguatlato, naguatato, navatato; chachihuitl, chalchibuite, chalchihuí, chalchihuite, chalchivite, chalchuví).

No pocas voces indígenas, por su significado, y aun más por su fonetismo tan extraño al castellano, habrán sido usadas más entre indios y mestizos bilingües que por los españoles monolingües, muchos de los cuales sin duda las desconocían por completo.


Voces y locuciones de la época

Entre las muchas palabras que en el siglo XVI podían tener acepciones muy diferentes de las actuales son: arte, breve, calor, color, continuo, contraste, criollo, cuento, curiosidad, defender, entender, entretener, estilo, fábrica, generación, gracioso, grandeza, heredad, imposibilidad, industria, innovar, intento, interesar, lengua, moderno, moderar, nación, natural, aturaleza, oficial, ofrecerse, participar, pieza, poderoso, policía, posible, pretender, publicar, puntualmente, quitar, remover, república, sabiduría, significar, sospechoso, vacaciones, visitar, y volver. Así el lector general quedará bien perplejo ante frases como rrepartidor de las vacaciones de yndios, (tiene) gran curiosidad en la policía, el abería de armada, la blanca al millar, o coxines de frutaje de ana e quarta a 9 dineros pieça.

Cada siglo, cada época, tiene sus voces predilectas, sus frases hechas. Los modismos del siglo XVI, aún vivos algunos, otros no, salen bien destacados en el LHA. Entre las expresiones comunes de la época recogimos más de 126 que comenzaban con la preposición a, algunas de las cuales han caído en desuso de entonces acá. Citaremos aquí sólo algunas por vía de muestra: a boca de noche, a buen barato, a deshoras, a escondidas, a la clara, a la posta, a la verdad, a la ley y bendición, a mayor abundamiento, a nonada, a pie enjuto, a prima noche, a tiempos, a trasmano, a trochemoche, a tumbo de dado.


Vocabulario de valor histórico y sociocultural

En la selección de tantos millares de citas, uno de los criterios ha sido siempre el de incluir citas de significado cultural a través de las cuales el lector moderno pueda comprender mejor la ideología de los primeros españoles en América, es decir, cómo expresaban sus creencias religiosas, sus conceptos morales, sus nociones científicas, sus supersticiones, sus preocupaciones socio-políticas y económicas, su erotismo y, por fin, su visión de un Nuevo Mundo tan lleno de misterios naturales, y de culturas tan completamente distintas de la suya. Un investigador deseoso de reunir diversos juicios proferidos por pobladores españoles en América acerca de los temas arriba expresados los hallará entre las citas que ilustran el uso de voces comunes como: agua, alma, amor, ateo, caballero, caballo, cacique, caribe, carne, casar, castellano, comer, confesar, creer, crimen, criollo, cristiano, delito, derecho, dinero, Dios, divino, doctrina, encomienda, engaño, entierro, esclavo, español, fama, fe, fraile, francés, gitano, gobernador, guerra, hermano, hidalgo, hijo, honra, iglesia, inca, inglés, italiano, judío, leal, ley, luterano, madre, maestro, maíz, mar, mentira, miembro, misa, morir, muerte, mujer, mulato, nacer, natural, padre, palabra, pan, Panamá, parir, paz, pecado, perro, pobre, poderoso, policía, portugués, Potosí, puta, real, rey, rico, sangre, santo, señor, tierra, tirano, traidor, trigo,, verdad, vergüenza, vida, virgen, virtud, vizcaíno, vos, vuestra merced, y otras muchas.

La organización de esta obra de consulta también puede facilitar datos útiles para ciertas clases de estudios semántico-culturales. Por ejemplo, nos revela que en México en el siglo XVI, para designar el ave que hoy en España se denomina pavo común, el español no usaba todavía ni guajolote, ni pípila, ni cócono, ni totol, ni pavo común, sino simplemente gallo o gallina, con la calificación frecuente de gallina de la tierra, o sea, 'de la región', para distinguirla de las 'de Castilla'. También documentamos gallina de las de México, gallo de papada y gallina india. Fuera de México encontramos gallina de la tierra en el Perú, el tainismo guanaxa (guanaxo) en Cuba, pava (Yucatán) y pava paují (Perú). También pudimos constatar que en los primeros años de la colonia, antes de la conquista de México, se empleaba la misma palabra gallina para designar algún ave carnívora: le habían visto muerto y comenzado a comer de los leones y gallinas.

Los conquistadores que en América pasaron de una región a otra no adoptaban nuevas voces indígenas si sabían expresar los mismos conceptos mediante otros indigenismos ya arraigados en su léxico. Así pasaron de las Antillas a México, Tierra Firme y el Perú voces antillanas ya asimiladas como maíz, canoa y cacique, a pesar de existir voces correspondientes en el náhuatl y el quechua.

Pero el caso de la voz ají (axí) es algo diferente. Cuando los conquistadores españoles, procedentes casi todos de las Antillas, se establecieron en México, siguieron llamando axí, durante los veinte primeros años, o sea, una generación aproximadamente, lo que los indios mexicanos llamaban siempre chilli. Esto lo documentan muy bien las citas del LHA: (los esclavos habían de mantenerse ) así de pan de maís como de frisoles e axí; 10 costalejos de ají ... e muchos comales e ollas; una carga de ocote y un chicubite de ají; maíz y frijoles, ají y chía; se da algodón y axí y tomates y algunos camotes. En cambio el nahuatlismo chilli (o chile) no lo documentamos hasta 1540: una carga de chile, tortillas e tamales e chile, salsa de chile, maíz y chile.

Nótese que en México durante gran parte del siglo XVI, siguió prefiriéndose el antillanismo axí sobre el nahuatlismo chile aun en contextos que ya demostraban la plena aceptación de otros nahuatlismos como tomate, ocote, tamal, comal y chicubite. De las citas se deduce además que el axí o chile se consideraba en aquella época como elemento exclusivo del régimen de la gente pobre: mahíz, frisoles e agí para sustentamiento de los pobres, o nuestra cita primera por la cual entendemos que a los esclavos mineros se les alimentaba con maíz, frijoles y ají (o chile), régimen de la clase humilde mexicana que no ha cambiado en cuatrocientos cincuenta años.

La palabra naguatato, con sus variantes nahuatlato, naguatlato, nahuatato, navatato, entre otras, la documentamos con el significado de 'intérprete' primero en México, Nueva Galicia y Yucatán, usándose en otras partes las voces hispanas lengua o intérprete. Por la forma nahuatlato se percibe claramente su significado primitivo de 'intérprete del náhuatl' pero por otras citas parece que la voz llegó a aplicarse también a los que interpretaban otras lenguas como el maya, el tarasco o el totonac: Esteban Vazques, naguatato e yntérprete de su lengua totona. Los nahuatlatos podían ser indiosGaspar Antonio, indio natural del dicho pueblo de Mani y nuestro naguatlato, pero también españoles españoles que para ser tales naguatlatos estaban juramentados.


Campos semánticos

Las citas que ofrecemos en el LHA se prestan a un método relativamente sencillo de ir reuniendo el vocabulario usado en la América del siglo XVI dentro de algún campo semántico como la minería, la agricultura, la fauna o flora americanas, los ritos indígenas, los alimentos, la ropa, etc. La minería, por ejemplo, sugiere evidentes términos básicos como mina, minero, oro, plata. Las citas que trae el LHA para estas y semejantes voces llevarán al investigador a otras sinónimas o afines, y éstas a su vez a otras más. Así, por ejemplo, las citas para mina rinden talteneste, roca, estaca, ingenio de caballos, descubridor, favorecedor, barreta de cobre, mina salteada, poblar, lavar, vara de mina, en cuadra, registro de minas generales, trocar, mina de carbón, mina descubridora. Bajo minero hallamos sesmo, partido, dar catas, piedra esmeralda, cobre, nacimiento, venero, metal, greda, yeso, piedrazufre, labrar, turquesa, esmeralda, ceniza, cendrada. Oro nos lleva a cuño, oro baxo guanín, ley, quinto, quintar, cuadrilla, muestra, quilate, oro de chafalonía, oro de águilas, oro fino, oro que lo valga, tingla, haba, escobilla, oro de trifia, oro volador, oro de alquimia, tiro, tepuzque, veta, nacimiento, peladero, hilo, oro de chagualas, pan de oro, oro común, oro de lo que corre, oro de minas, oro en polvo, oro filigrana, oro hilado. Plata rinde además marco, escobilla, plata al ochavo, plata fina decendrada, plata hilada, el Camino de la Plata, barra, plata ensayada y marcada, plata corriente. Las citas llevarán a ampliar cada vez más el círculo de voces relacionadas con la minería.

Notamos que el campo semántico embarcaciones se hallaba ocupado en el español americano de nuestros textos por más de 30 voces, permitiendo las citas que se erija una serie de oposiciones semánticas de acuerdo con el porte, el tamaño, la capacidad, el modo de construcción, el modo de navegar (remo, vela), lugar de empleo (océano, mar, ríos, lagos), modo de empleo (transporte de pasajeros, transporte de mercancías), empleo militar, empleo pacífico, embarcación llevada (o no) a bordo de otra, origen (indígena o español), con cubierta o sin ella, etc. En orden alfabético, incluyen los siguientes: bajel, balsa, barca, barco, barquete, batel, bergantín, bote, canoa, carabela, chalupa, fragata (fregata), fusta, galeaceta, galeaza, galeón, galeota, galera, galizabra, junco, lancha, nao, nave (navecilla), navío (navío latino), paetra, patache, piragua, urca, vaso, vela, zabra.

Son de extraordinario interés lexicográfico las largas y variadas listas de mercancías que se recibieron en Puebla, México, entre 1549 y 1567, en las cuales abunda tanto la terminología mercantil de la época como la de la industria textil europea.

Para concluir, queremos advertir que aunque registra centenares de voces, acepciones y derivados que no figuran en ningún diccionario moderno ni antiguo, el LHA no es ni pretende ser exhaustivo. Eso hubiera requerido nada menos que el registro de todos los documentos coloniales del siglo XVI existentes en todos los archivos de España y América. El hecho de no aparecer una voz determinada significa que en las 50.000 páginas que escogimos como cuerpo representativo de todo el siglo XVI en América, dicha voz no se registró ni una sola vez.


Introducción al LHA del siglo XVII

Fuentes

Procuramos recoger no lo meramente exótico sino una buena muestra (de ningún valor estadístico, sin embargo) del español del siglo XVII en su totalidad, ilustrando para cada palabra todos los matices semánticos y todos los usos sintácticos que hayamos podido observar. Sobre todo hemos tratado de encontrar, detrás de la palabra escrita, indicaciones de la lengua hablada tal como floreció en la América del siglo XVII: sus modismos, sus lugares comunes, sus tendencias gramaticales, sus incipientes peculiaridades sintácticas, porque aquí quizás es donde tenemos que buscar los comienzos de la diferenciación dialectal en el español americano.

Para conocer más de cerca el vocabulario especializado de mineros, abogados, soldados, mercaderes, religiosos, marineros, agricultores y artesanos, de criollos y españoles, de indios y negros, de mestizos y mulatos, hemos explotado un rico surtido de fuentes coloniales (obras o documentos conservados en manuscrito o bien leídos expertamente con ayuda de la paleografía). De singular interés han sido las cartas particulares y peticiones autógrafas de gentes de poca cultura, por lo que revelan del lenguaje popular de sus tiempos. Por ejemplo los Libros del Cabildo de Lima, los Libros de Cabildo de Quito y las Actas del Cabildo de Caracas, todas colecciones de documentos transcritas por paleógrafos de primera calidad, nos proporcionan valiosos datos no sólo sobre el vocabulario sino también sobre la pronunciación, la gramática y la sintaxis de tres principales ciudades coloniales, mientras que los copiosos archivos manuscritos de San Joseph del Parral, real de minas del norte de México, y una colección de más de 600 cartas privadas dirigidas por colonizadores a parientes y amigos en España (descubiertas en la Sección Indiferente General del Archivo General de Indias) echan luz sobre la variación dialectal y sobre algunas tendencias lingüísticas, tanto en México como en otras partes, durante la primera mitad del siglo XVII.

Otras fuentes, que pudimos estudiar sólo a través de una ortografía parcial o totalmente modernizada, y que resultaron por lo tanto inutilizables para cuestiones fonológicas, sin embargo nos ofrecen datos útiles no sólo sobre el léxico sino también sobre la formación de palabras, la derivación y la composición, los cambios de género, la concordancia, el uso de las preposiciones y de los tiempos verbales, y sobre otros temas parecidos.


Fonología

No faltaron en la primera mitad del siglo XVII indicaciones ortográficas de una tendencia popular a confundir los sonidos fricativos velares y faríngeos derivados de las sibilantes del castellano antiguo, ortográficamente x, j, g, h. Por ejemplo: mejor ... mexor, dolor de higada 'ijada', dixno de castigo, colesio 'colegio', yga 'hija', las cartas que me trago 'trajo', gusticia, a un tiro de flega, rrehistro una mina, excoxençia 'escogencia', traguín 'trajín', origuinal 'original', alxóndiga 'alhóndiga', exiamen 'examen', una tahadera para cortar, ycaras 'jícaras', fagas 'fajas', hijos 'higos' passados.

Se documenta también la tendencia a debilitar, confundir o perder toda consonante final de sílaba o palabra.

Ejemplos de la confusión, pérdida o adición equivocada de /-s/: partir con bo 'vos', la dispositaría general, no andes peregrinando más ni nos dé 'des' tantos disgustos, ningún obispos, toda las noches, sey rreales, maytros 'maestros', me harey bosotros, faldellín de tamenete 'estamenete', rresvelados 'rebelados', aseiste 'aceite', rrepondió 'respondió'.

Ejemplos de confusión, pérdida o adición equivocada de /l/ o /r/: regueldro ... regueldo, candeleros de azofa 'alzófar', con el favó 'favor' de Dios, almozar 'almorzar,' almozar y senar, sevicio de Dios, a de aver ago 'algo', proqueado 'procreado', un pan 'par' de escofietas, enfente 'enfrente', registo ... registado, en tiera (sic) bijen 'virgen', con toa (sic) pomptitud (sic) .

Ejemplos de pérdida o confusión de /-d/ y hasta de /-d-/: muger corrompida y consentía 'consentida', con toa 'toda' pomptitud (sic), parez 'pared'.

Ejemplos de la confusión, pérdida o adición equivocada de /-n/: arronjar 'arrojar', las presesas 'princesas', primincia 'primicia', arvenjas 'arvejas', un pan 'par', segung (sic) orden de la ... Iglesia, denusio 'denuncio', a v.m. le coste 'conste', 41 pesos y un tomí 'tomín'. De singular interés es la grafía ng (segung), la cual sólo se explica postulando para la /-n/ una realización velar.

Tales fenómenos, hoy reducidos principalmente a los dialectos hispánicos del Caribe, de Canarias y de Andalucía, en los siglos XVI y XVII se daban como fenómenos esporádicos no sólo en las regiones sobredichas sino también en otras como México, el Perú y hasta en Madrid, de donde citamos los casos siguientes de ultracorrección de fines del siglo XVI: (1596 Madrid) el Santo Oficio de la Inquisinción (A.G.I., Contratación No. 5251A, 1596-17), (1596 Madrid) mi linpiença y hidalguía (A.G.I., Contratación No. 5252, 1596-32).


Morfología

En la morfología sigue habiendo vacilación entre los derivados (maderación-maderaje-maderambre-maderame(n)-maderamiento; mercadería-mercaduría; confitería-confituría; situar- sitiar).


Sintaxis

Entre los estudios sintácticos a que se prestaría esta serie está el de los cambios de régimen. En la América del siglo XVII recogimos por ejemplo: entró la ciudad, entró a la ciudad, entró en la ciudad. Se sigue constatando el uso de quien con referencia singular y plural, por ejemplo: personas a quien ... toca, vecinos ... en quien concurren las calidades, amos a quien sirven, los dueños a quien toca, indios ... con quien ... tienen amistad, etc., y se dan ejemplos del uso de le por les: a los vecinos ... no permitiéndosele ... que pesen vacas, adereçen las açequias que le perteneçen, a los demás le ata ... en cueros en el rrollo, etc. Le por les es todavía muy común en los dialectos hispanoamericanos de hoy.


Voces y locuciones de la época

El gusto barroco se evidencia en una predilección por la exageración, por los extravagantes títulos y fórmulas de tratamiento, por los superlativos en -ísimo (perfectísimo) o en -ísimamente (facilísimamente), y por toda clase de adornos retóricos. También se deja notar en el estilo de la época, aun en los escritos que versan sobre temas completamente seculares, la preocupación religiosa. Al mismo tiempo, podemos observar en el español americano del siglo XVII una creciente aceptación de las voces indígenas, sobre todo de voces de origen taíno, quechua y náhuatl, como resultado de la constante interacción entre las culturas europea e indígena en el ambiente bilingüe de las grandes ciudades coloniales.

En cuanto a las fórmulas de tratamiento, hay claras indicaciones de que para fines del siglo XVI y comienzos del XVII, , vos y vuestra merced se confundían a menudo en el habla de muchos colonizadores. Los que escribían a sus mujeres vacilaban con frecuencia entre y vos, inseguridad que entonces parece haber sido bastante difundida y no limitada a las áreas donde predomina el voseo en tiempos modernos.

El lector atento encontrará centenares de voces con acepciones nuevas, otras que no han sobrevivido a nuestros días. También abundan palabras familiares cuyas citas demuestran que en el siglo XVII no siempre significaban lo mismo que en la actualidad; véanse por ejemplo contraste, curioso, encontrar, intento, nota, noticia, policía, posible, regalo, república, situación, viento.


Introducción al LHA del siglo XVIII

Fonología

En nuestras fuentes manuscritas o paleográficamente transcritas abundan en el siglo XVIII, como en toda la época colonial, las grafías que denuncian la conocida inestabilidad fonética de los llamados 'grupos cultos' latinos y griegos. En ellos la primera de las dos consonantes, hallándose en posición débil (final de sílaba) sufre en el lenguaje popular de España y América diversos cambios, como la asimilación, disimilación, vocalización o pérdida. El LHA trae ejemplos americanos como:

(kt) conduta, caráter, seta, setario, hinbita 'invicta', retitú, profecta 'profeta', adtitud, autuó, autual, autuario, auctual
(pt) corrutos, adactado, segtiembre, presectos 'preceptos', ynacto 'inapto'
(ks) rrestrigsión, digrección (ultracorrección), decoción 'decocción', edseder 'exceder',
adciones 'acciones', próisimo 'próximo' (ps) corrucción 'corrupción'
(bs) astinencia, ausoluto, aubsolutamente
(bt) octener, ostenido, otubre
(kd) anédotas
(tm) aricmética
(km) dragma
(gm) fracmentos, digmanado (ultracorrección)
(nm) immune, immediatamente
(mn) igno 'himno', indegnizó, calunia, solennidad, solecne, solenne
(gn) veninnigdad (sic), vegninidad, inexpunable, persino 'persigno'


Morfología

En los documentos coloniales del siglo XVIII se observa la vacilación de género, muchas veces antigua y algunas veces con diferencia de significado, en ciertos sustantivos comunes como arte, azúcar, calor, canal, clave, color, dote, frente, mar, margen, modales, muelle, orden, puente, sazón. También vacila el género de ciertas voces cultas como análisis, avestruz, axioma, cutis, elipse , fantasma, flogosis, idioma, intemperie, pirámide, preñez, sínodo y terma. Además funcionan con cierta regularidad como masculinos los nombres siguientes aplicados a varones: ayuda, centinela, espía, guagua, justicia (mayor).

Nuestras fuentes originales o paleográficamente transcritas acusan una profusión de variantes en el sistema verbal castellano, variantes que todavía caracterizan el lenguaje vulgar tanto en América como en la misma Península. El siglo XVIII mantiene la antigua dualidad de formas del pretérito de traer: traxe / traje y truxe / truje, apareciendo ambas formas a veces en el mismo párrafo. Siguen en uso arcaísmos como vía(n) 'veía(n)', vide, vido, proveído / provisto, rompido / roto, habemos, y (ya raros) semos 'somos', debrían 'deberían'. El presente de subjuntivo ofrece, además de traiga, caiga, las formas irregulares (h)aiga, huiga, concluiga, y además condusga, indusga, introdusga, dedusga, redusga, y reproduzga. Las segundas personas del pretérito son -ste (lat. -STI) y -stes para el singular, y para el plural (vos) son -stes (lat. -STIS) y -steis, esta última creada en el siglo XVI por analogía con las formas diptongadas etimológicas de todos los demás tiempos (cantáis, cantéis, cantabais, cantarais, cantaseis, cantaréis, cantaríais).


Sintaxis

Hay muchas posibilidades. Escojamos como ejemplo los usos sintácticos, en el siglo XVIII, del verbo poner. Además de expresiones comoropa de mi poner, hallamos poner a, ponerse a, poner a cubierto, poner a obediencia 'someter', poner alas a los pies 'apresurarse', poner de manifiesto, poner delante, poner el pescuezo 'apostar', poner el rumbo 'dirigirse', poner en atención, poner en claro, poner en conocimiento, poner en efecto (en ejecución), poner en estado 'casar', poner en fuga, poner en limpio, poner en mal concepto, poner en movimiento, poner en noticia, poner en olvido, poner en opinión, poner en planta 'efectuar', poner en práctica, poner en razón, poner en salvo, poner en valor 'beneficiar', poner fuego a, poner gesto, poner grima, poner la mesa, poner mal con, poner por diligencia, poner por obra 'efectuar', poner presente, poner punto y coma, poner sobre aviso, poner sobre las armas, poner sobre su cabeza, ponerse (+ adjectivo), ponerse a tiro, ponerse de pie derecho, ponerse el dedo en la boca, ponerse el sol, ponerse en camino.

Hay otros verbos igualmente fecundos, como andar, conocer, dar, decir, echar, estar, haber, hacer, ir, llevar, pasar, querer, saber, tener, venir y ver.

También merecen estudios sintácticos los pronombres (/vos, esto, eso, lo(s), la(s), le(s), se, que, quien(es), cual(es)quier(a), etc.), los artículos (el, la, los, las, un, una(s), uno(s)), y otros elementos como si, como, cuando, donde,, no, sólo, muy y mucho, aunque, pero, tan, tanto y cuanto.


Léxico procedente de otras lenguas

A través de los siglos XVI, XVII y XVIII viene creciendo progresivamente el número de indigenismos que hallan acogida en el léxico regional hispanoamericano. Sobre todo en ciertos centros bilingües de la colonia, como México y Lima, el roce diario entre el español y las lenguas indígenas facilita este proceso de connaturalización. Algunas de las voces nuevamente aceptadas se han difundido con el tiempo al resto de América y hasta Europa, pero la mayoría aún no sobrepasa los límites de su zona bilingüe de origen y viene a formar por lo tanto un importante elemento de diferenciación dialectal.


En este siglo los indigenismos (casi todos nombres sustantivos de flora, fauna, y objetos relacionados con las culturas indígenas) son mucho más numerosos que en los anteriores. Aunque los más de ellos derivan del náhuatl o del quechua, no faltan aportaciones del guaraní, del taíno, del maya, del mapuche, del aymara, del cumanagoto, y de otros idiomas también. Las muchas variantes fonéticas u ortográficas reflejan diferentes grados de asimilación al español, así como los casos de derivación con base indígena y sufijo castellano (por ej. zacate > zacatal, milpa > milpero, pallaco > pallaquear). Hasta recogimos en el lenguaje minero del Perú unos pocos casos de raíces españoles con sufijos indígenas: repasiri, rescatiri, piñacamayo. La lista que se ofrece a continuación no pretende de ninguna manera ser exhaustiva:

achiote , aguacate, ají, ajolete, alahuacamote, alpaca, allulla, amapo, amasey, amauta, ampalaba, ananá, angusacha, anime, anón, ante, apachita, apasanca, apaté, araco, arracacha, aruncha, atole, ayanque, ayate, babequí, babey, babona, bajareque, balaca, balche, balsa, banana, baquiano, barbacoa, batata, batea, batey, bejuco, bezoar, biajaca, bija, bóbota, bosúa, bojío, buití, cabima, cabracán, cabuya, cacagual, cacahuatal, cacamaco, cacao, caccha, cacica, cacique, cacle, cachacomo, cachi, cachicamo, cachimbo, cachua, caguama, caguay, cahapicuru, caicuche, caimán, caizú, calaguala, caliguey, callapo, caluc, camichín, camote, caney, canoa, caoba, caracú, cargach, caruata, catecutí, ceiba, cenzontle, chacchar, chacual, chachamate, chacharita, chagual o chaguala, chaguarama, chalaco, chalate, chamana, chamba, chambo, chamico, champi, chancaca, chanda, chaquilulo, chaquira, chara, charaguaray, charale, charapa, charpachi, charqui o charque, charquicán, chascú, chía, chicle, chicha, chiche, chigua, chilacayote, chilate, chile, chilguacán, chimbador, chimú, china, chinampa, chinchango, chinchimalí, chinchín, chingana, chipchi, chipo, chiquihuite, chirimoya, chiroque, choclo, chocolate, chochoca, cholo, chontal, chotarse, chúa, chúcaro, chucarumba, chucho, chullpa, chumbe o chumpi, chumbimbi, chuño, chupalla, chupe, churichuri, churque, churri, churucutula, chuspa, ciguairo, coateco, coca, cocoliste, cocuiza, codoy, colambo, colcabe, colibre, collisalla, comején, cona, cóndor, copaiba, copaquira, copey, corí, coronta, coya, coyote, cuamil, cubarro, cucubano, cuculí, cucuy(o), cucheme, culén, cumatz, cumbe, cumbilulo, cumuri, cunaguaro, cunama, curaca, curagua(te), curami, curare, curarí, curiara, currucay, cusicusi, cusma, cuspar, cuspiritu, cuy, cuyo, dagame, danta, dividivi, elote, escaupil, esquite, guaba, guabichula, guabina, guaca, guacarito, guachapelín o guachapelí, guachinango, guadual, guagineo, guagua, guaitambo, guaje, guajiba, guajolote, gualluchi, guama, guamache, guamán, guambra, guamo, guamochi, guanábana, guanaco, guanchaco, guangoche, guano, guao, guaraguao, guarango, guarataco, guare, guarema, guarguar, guaricha, guariri, guarnarpo, guasale, guasca, guasicamayoc, guatapaná o guatapanare, guayaba, guayacán, guayaco, guayanchi, guaiguac, guáimaro, guayaco, guayo, guarruma, guayusa, guázuma, güipil, hamaca, heniquén, hibuera, hicotea (jicotea), hiruhirú, hotoncagui, huacchapurga, huachau, huairuro, huallata, huamancaero, huambuquero, huaná, huanca, huando, huanear, huangay, huaquero, huari, huarmihuarmi, huatanay, huaillaripa, huaillaripear, huaira, huairachina, huairuna, huayusa, hubramba, huisache, humitero, huracán, ichancicat, ixcle, jacal, jicaco, jipijapa, jiquilite, jojoto, juquear, juqueo, juquero, jutía, lapacho, laque, laulao, lele, locro, lucma (lúcuma), luche, luma, llama, llamellague, llampo, llauto, lliclla, llipta, lloco, lloque, macagua, macanal, macanche, macaurel, macomaco, machimachi, maga, magno, magua, maguey, maíz, majagua, malacate, mamacona, manatí, manatuyapa, mangle, manjuarí, mapuey, mapuriti, maquipura, maraca, marapa, mararabe, mariabo, marimba, marimonda, martuillmac, mascapaicha, mate, matlazahua, maicuán, mazi, mecate, mechoacán, metahe, metate, mezcal, mezquite, milcapa, milpa, minga, mita, mitayo, mitote, mixe, mixtlapique, moca, moena, mogomogo, molle, moyar, morrocoy, mote, muca, mucu, múcura, mumbachí, muriche, murrucuy, mutmut, naborío, náguatle, nauyaque, nigua, ninanina, nopal, oca, ocotal, ocote, ocotillo, ojota, olloco, osobá, oyapirca, oyobal, pacaco, pacará, pacay, pacha, pachanga, paco, pacocha, pacrán, paico, pailipaili, paipay, pajuide, paliacate, palta, pallar, palliri, pamacari, pantle, papa, páquira, parape, parcha, pascana, patasca, paucar, paují, payara, paicurucu, pellín, pellinque, penda, petaca, petacón, petate, piache, pichapa, pichayur, piche, pichico, piha, pilche, pilguán, piltontle, pingopingo, pinole, piñacamayo, pipil, piquirí, pira, piragua, pirca, pirí, piricha, pirichu, piringo, piripiri, piruro, piscay, pisonay, pita, pitahaya, pitiriguy, pitiuy, piure, pochote, poito, poncho, pongo, poroto, potichi, poto, pozol(e), pucaco, pucará, pucupuco, pucherí, pulipuli, pulque, puma, pumalán, puna, puño, puquío, purma, puruña, puy, quechue, quequexque, quesquemel, quibey, quienquién, quillay, quina, quinaquina, quincha, quínoa, quinquín, quinquincho, quiote, quipachu, quipina, quipo , quiripa, racuana, raulí, reimi, renaca, repasiri, rescatiri, rocoto, rumichuna, simba, sioque, sipi, socoyote, soroche, sumapischo, suñic, supire, surumpe, tabanuco, tabuche, tacamajaca, tactel, tailis, taita, tajamanil, tamal, tamalero, tambo, tameme, tamuga, tapanco, tapara, taparaco, tapatapa, tapate, tapestle, taquia, tarabita, tarasca, taray, taruga, tatau, tatón o tatú, teclaxetl, tecolote, temastián, temazcal, temescuitate, tenate, tenayuca, teopixcal, tepehuaje, tepejilote, tepetate, tepuzque, tequiar, tequio, terecaya, tesqui, texel, tezoncle, tiangues, tiburón, tinca, tingo, tití, titira, tlatole, tlayacanque, tocayo, tocochimbo, tocuyo, toche, tola, topear, topil, topo, tora, totora, totuma, tubotoa, tule, tumaca, tumbaga, tuna, tunge, turicata, turre, ucha, ulo, ulpu, umpi, unancha, unca, uquira, urundey, usti, uta, veserri, vicsilin, vicuña, vilque, viravira, vito, xcame, xicaque, yacumama, yagua, yanacona, yancacala, yapar, yaraví, yare, yautía, yoco, yuca, yucatán, yupa, yuruma, yuyo, zacate, zango, zapallo, zapote, zompopero, zoña.

El lector descubrirá en muchos casos que el uso de un indigenismo específico se limita a regiones geográficas determinadas, bien a lo largo de su vida en el léxico hispanoamericano, o bien durante los primeros años después de su adopción.

En cuanto a los galicismos tan abusados en la Península a fines del siglo XVIII y comienzo del XIX, encontramos en la Colonia, por ejemplo, los siguientes: amor propio, arrestar, bayoneta, bello espíritu, bello sexo, billete, biricú, bloquear, brochura, brulote, bujiero, buqué, bureo, cambray, clarivoyante, combinable, cómoda, convoy (convoyar), corps, croquis, cucarda, cupé, chapeo, charretera, deplorable, detail (detall), edecán, etiqueta, feble, febleza, finar, flanco, fracmasón, frotar (frotación, frotadura), garantir, garzón, glasé, habitud, hacer época, madama, madamicela, manteo, necesaria, parque, petimetre, pitiflor, pitipié, pititorti, pre, reflectir, remarcable, reproche, resorte, retrete, rezón, risible, rochela, sargento, sortú, sumiller, terraplén, tisú, todo el mundo, toesa, toisón, tombar, tren, útiles, transporte 'exceso', xefe de obra.


Voces y locuciones de la época

Cada lengua viva tiene en todo momento ciertas voces y expresiones, no necesariamente recientes, que de repente adquieren una enorme popularidad, pero que con el tiempo, víctimas de su propia popularidad, ceden su lugar a otras locuciones más nuevas, menos trilladas.

En el siglo XVIII el español americano parece imitar muy de cerca el gusto lingüístico peninsular. Nuestro léxico traza la trayectoria de toda una serie de expresiones de moda, algunas de las cuales reflejan cortesías e ideas de la Ilustración (bello espíritu o hacer época), otras una amplificación de tendencias ya iniciadas en el siglo anterior.

Son numerosas y exageradas en el siglo XVIII las fórmulas de cortesía: la equidad superior de Vuestra Excelencia, la equidad de su justificación se servirá de..., aviéndose dignado la justificación de Vmd de..., su integridad y recto zelo de Vuestra Alteza con su distinguida grandeza se interece gustozo en..., la integridad justificada de Vuestra Excelencia, la superior penetración del Excelentísimo Señor Virrey, etc.

Extraordinariamente variadas son las fórmulas jurídicas para nombrar algo por segunda vez: antedicho, arriba citado, arriba dicho, citado, dicho, enunciado, expresado, indicado, insinuado, mencionado, narrado, nombrado, precitado, predicho, prenotado, referido, relatado, sobredicho, supradicho, susodicho, ya dicho, etc.

Notamos un marcado gusto por los giros adverbiales compuestos de con más sustantivo: con especialidad 'especialmente', con exceso 'excesivamente', con facilidad 'fácilmente', con felicidad 'felizmente', con generalidad, con individualidad, con inmediación, con particularidad, con posterioridad 'después', con promptitud 'pronto', con publicidad 'públicamente', con separación 'por separado', etc.

Durante todo el siglo XVIII gozó de gran popularidad el verbo rendir. Se rendía la obediencia, el vasallaje, la adoración, el culto, frutos, utilidad, la cerviz al yugo, y hasta la vida. Además se pedía, rogaba o suplicaba rendidamente, y se hablaba a los superiores con el mayor rendimiento o bien totalmente rendido a sus plantas.

En cuanto a la voz pluma, vemos por ejemplo que en el siglo XVIII se hablaba de cosas dignas de la pluma, salvo yerro de pluma, cortar los vuelos a la pluma, digna de pluma mejor cortada, llevar la pluma, pluma prolija (imparcial, instruida, inflamada con la admiración), escribir con plumas de cisne y no de ganso, retardar su pluma, enristrar la pluma.

El fervor religioso que tanto caracterizó el lenguaje hispanoamericano del siglo XVII y comienzos del XVIII, cedió su dominio, por lo menos en la sociedad culta de la segunda mitad del XVIII, al espíritu científico, nada religioso, de la Ilustración francesa.

Junto con el vocabulario técnico de las ciencias nuevas (como la química, la física, la astronomía, la medicina, la zoología, la geología, la agronomía o la botánica) infiltraron a las colonias españolas los nuevos (y para el gobierno peligrosos) conceptos políticos, como el de los Derechos del Hombre, que inspiraron la Guerra de la Independencia norteamericana y la Revolución Francesa, y que iban a servir también de base ideológica para las ya cercanas guerras de independencia hispanoamericanas. Por ser tan numerosas las voces registradas en el siglo XVIII que no figuran en los anteriores, no pensamos enumerarlas aquí. Sólo queremos llamar la atención sobre el notable papel que desempeñó el Mercurio Peruano de Lima, Perú, en la labor de la difusión, al menos por el Virreinato, del nuevo vocabulario científico europeo.

No faltan, en nuestros documentos populares del siglo XVIII, vulgarismos o 'arcaísmos' tan comunes en el mundo hispánico como abuja 'aguja' (abujero, abujerar), agüelo, aína, alatón 'latón', almagacén 'almacén', ansí, aonde 'donde', catay que, celebro 'cerebro', crebar 'quebrar', cuantimás, cuasi, cuyo 'el cual', dentrar 'entrar', dizque, do 'donde', cas 'casa', escuro (escurecer), estantino 'intestino', yo estó (una sola vez), estonces, flaire 'fraile', flueco 'fleco', fragrancia, güeso, güevo, gurumete 'grumete', habemos, (h)aiga, huiga, individo 'individuo', infelice, Ingalaterra, mesmo, mormullo, mormurar, naiden y naides, onde, pader 'pared', peje (pexe), priesa, probeza 'pobreza', proprio, rebustez, semos 'somos', sosprender, trujo 'trajo', vide (vido), vidro 'vidrio', o virgüela.

Ninguno de los ejemplos arriba citados se puede calificar de americanismo.


Vocabulario de valor histórico y sociocultural

Entre los muchos nombres de tejidos usados en Hispanoamérica en el siglo XVIII recogimos:

almedriñaque, anaco, anafaya, angaripola, arabia, arsú, ayate, barracán, batista, bayeta, bayetón, bombasí, borlón, bramante, bretaña, brin, brocado, brocatillo, brocato, camellón, campeche, caprichola, carisea, carro de oro, chamelote, chapaneco, chita, chomite, clarín, coco, coleta, coletilla, cotón, cotonía, crea, crudo, damasco, droguete, elefante, escarlatilla, estameña, estopilla, felpa, galván, garapacha, gasa, glasé, gorbarón, grana, granilla, granillo, griseta, guingón, gusanillo, (h)olán, (h)olanda, (h)olandilla, indianilla, jerga, jergón, lama, lamparilla, lampazo, lampote, lampotillo, lanilla, librete, liencecillo, lienzo mestizado, lila, lináloe, listadillo, lona, loneta, lustrina, mahón, manta lanquín, mantamor, (encaje) melindre, mitán, moé (mué, moer), monfor, morita, morlés, motilla, muselina, pañete, paño, pasú, patí, peldefebre, pelo de camello, persiana, picote, piñuela, piquín, pitiflor, platilla, pontiví, portomaón, primavera, pruvina, (paño) punzón, quimón, raso, rayadillo, rengue, revesillo, royal, ruán, salpuria, sarga, sarguilla imperial, sayadillo, sayasaya, sayal, sayalete, sempiterna, sevillaneta, soplillo, tafetán , tafísira, taraza, tela de mortero, tela de oro, teletón, terciopelo, terliz, tisú, toca de reina, tocuyo, tripe, tropel, velillo, vitre, zangalete, zaraza.

En esta lista parcial vemos, además de algunas variantes fonéticas o corrupciones debidas a la etimología popular (por ej. caprichola por capichola), ejemplos bien claros del proceso típicamente español de creación léxica mediante la derivación combinada con un cambio de género (por ej. tela, teletón; saya, sayadillo, sayal, sayalete).

El LHA puede proporcionar copiosas citas reveladoras de las ideas y actitudes que prevalecían en la América de entonces hacia el gobierno, la religión, las leyes, el comercio, o las divisiones raciales. Consúltense por ejemplo indio, negro, mestizo, mulato, blanco, europeo, ladino, criollo, gachupín, chapetón, nobleza, hidalguía, sangre, casta, raza, etc. O bien fe, Dios, santo, virgen, religión, iglesia, parroquia, cura, misionero, mártir, sacerdote, fraile, jesuita, orden, monja, devoción, culto, misa, obispo, católico, hereje, luterano, inquisición, etc. O bien gobierno, gobernador, rey, monarca, virrey, oidor, audiencia, corregidor, intendente, orden, decreto, autoridad, obediencia, lealtad, rebelión, jurisdicción, auto, tribunal, pleito, alcalde, cabildo, regidor, juez, proceso, crimen, ley, sedición, público, república, política, derecho, libertad, justicia, independencia, humanidad, etc., etc.


Introducción al LHA del siglo XIX

Fonología

En nuestras fuentes manuscritas fielmente transcritas notamos todavía la envejecida inseguridad articulatoria, respecto a las consonantes finales de sílaba, que sigue caracterizando al habla popular español desde el siglo XVI. Esta inseguridad se manifiesta gráficamente ora en pérdidas (por ej. dotor, satifación, caluniante, oviar, insinificante), ora en ultracorrecciones como obstentación, agnual, incompactible, ignosente, sagtisfecho, pero las más veces en trueques de diversas clases, como octener, ractar 'raptar', adceder, sudsistir, sudministrar, adyección, rrefledcionando, almitir, obtar, vígtima, admósfera, docma, alugno, descricción 'descripción', inecto 'inepto', esalto 'exacto', caráuter, carápter 'carácter', obnímodo, obnipotencia, esaptitud, satisfaución.

Morfología

Encontrará el lector abundantes ejemplos de la antigua tendencia hispánica, poco comentada hasta ahora, de derivar voces nuevas mediante un sufijo combinado con un cambio de género gramatical. Dicha tendencia se manifiesta admirablemente en la derivación con ero (-a) para designar un receptáculo o lugar donde abunda o se guarda lo denominado por la raíz, o simplemente algo relacionado con ello:

Sufijo con cambio de masculino a femenino
el aceite : la aceitera
el bodoque : la bodoquera
el cabello : la cabellera
el café o cafeto : la cafetera
el caldo : la caldera
el cañón : la cañonera
el cartucho : la cartuchera
el cebo : la cebera
el cigarro : la cigarrera
el coche : la cochera
el frasco : la frasquera
el fuego : la hoguera, etc.

Sufijo con cambio de femenino a masculino
la aguja : el agujero el ala : el alero
la avispa
: el avispero
la basura : el basurero
la brasa : el brasero
la costura
: el costurero
la cucaracha
: el cucarachero
la flor : el florero
la gallina
: el gallinero
la hormiga
: el hormiguero
la letra : el letrero, etc.

El mismo fenómeno se observa también en otros diversos sufijos, pero en menor escala y con menor reciprocidad:

Sufijo con cambio de masculino a femenino
el papel : la papeleta
el peso : la peseta
el horno
: la hornilla
el zapato
: la zapatilla
el álamo : la alameda
el árbol : la arboleda

Sufijo con cambio de femenino a masculino
la plata : el platino
la cámara
: el camarote
la isla : el islote
la vela
: el velacho
la sierra
: el serrucho
la abeja : el abejorro

Pero no faltan casos de derivación léxica sin cambio de género: billete - billetero, carta - cartera, escala - escalera, sopa - sopera, vaina - vainilla, vizcacha - vizcachera.

En el vocabulario técnico hispanoamericano del XIX señalamos como productivos los prefijos griegos, latinos y romances: a-, ante-, anti-, archi-, auto-, bien-, con- (com-, co-), contra-, cuasi-, des-, dis-, en- (em-), epi-, entre-, ex-, extra-, hiper-, in (im-, i-), infra-, inter-, intro-, mal-, mono-, multi-, neo-, no-, pan-, para-, peri-, poli-, pos- (post-), pre-, pro-, proto-, pseudo-, re-, rete-, retro-, semi-, sobre-, sub-, super-, supra-, suso-, trans-, tras-, tele-, torna-, ultra- y vice-.

Entre las voces compuestas, el tipo más común en el siglo XIX era el formado de verbo más complemento directo, por ejemplo: agotapaciencia, alargavista, besamanos, cagatinta, comeniños, cortaplumas, espantamoscas, friegaplato, ganapán, guardamilpa, matasanos, paracaídas, pelagatos, pésame, portabuqué, portacola, quitapelos, quitapenas, quitasol, a revienta cinchas, rodapié, salvavida(s), suplefaltas, soplamocos, tajamar, tajapluma(s), tapabalazo, tapaboca, tapacruz, tapafunda, tápalo, tapaojos, tirabuzón, tornachile, tornafiesta, tornavoz, tragavirotes, trocatinta, valecuatro, zafarrancho, zampalimones. También eran frecuentes los compuestos formados de dos sustantivos del tipo ajocebolla, bocacalle, casa habitación, casa fábrica, ferrocarril, gauchiabogado, hombre botella, papel florete, papel moneda, protesta-memorándum, rosa-té, varapalo. Tampoco faltaban los adjetivos típicamente españoles formados por sustantivo apocopado + -i- + adjetivo, como alicaído, boquirrubio, cabeciduro, cachiblanco, cariacontecido, nagüiblanca, nuquitieso, patiestevado, patiforrado, pechiblanco, perniquebrado, rabiatado, sangripesado.

Léxico procedente de otras lenguas

Desde el siglo XVI viene creciendo paulatinamente el número de indigenismos incorporados al vocabulario español regional. Las lenguas indígenas de mayor influencia siguen siendo los mismos: el taíno, el náhuatl, el cumanagoto, el quechua y el guaraní. Pero conviene señalar que de las muchas voces indígenas sólo recogidas después del siglo XVI, casi ninguna ha rebasado las fronteras de su territorio original. En general, los indigenismos que se propagaron, no sólo a otras regiones de América sino a veces también a la Península, ya entraron al castellano en la época primitiva de la Conquista, por ejemplo maíz, cacique, canoa, piragua, henequén, tuna, enagua, batata, caribe, caoba, caimán, guayaba, sabana, huracán, hamaca, barbacoa, cacao, yuca, papaya, chocolate, tomate, copal, nopal, coyote, petaca, jícara, tamal, quetzal, inca, cóndor, llama, coca.

Casi todos los indigenismos son sustantivos que se refieren a la fauna y flora regionales y a la vida diaria campesina (utensilios, ropa, comida, costumbres y creencias indígenas). Entre los indigenismos recogidos en el LHA del siglo XIX aparecen:

abayuncar, abojotado, acocil, acocote, acocotillo, acuapar, achajuanarse, achura, acholar, achongar, achuchar, achucharrarse, achumarse, achura, aguachado, aguaitacaimán, aguay, ahuautle, ahuizote, aje, ajiaco, ambuque, amé, anacahuita, anacua, anataya, apache, apire, apunarse, araucaria, arazá, arepa, arequipa, arizá, azteca, bagual, bambuco, baquía, bibijagua, biche, bichoco, biguare, bihao, bijuacá, bojote, boque, boruca, bucare, budare, burén, butalmapu, cabuya, cacahuate, cacomite, cachaco (?), cacharpa, cacharpaya, cafuche (?), cagüinga, caimito, caiquén, caite, calaguasca, caldén, campeche, camuatí, canagüey, cancha, canchera, carey, caníbal, capiguara (por capibara?), caracolí, caracha, caracho, caraguatá, carancho (?), caranga, carángano, caraña, carate, carauta, caribe, caricari, carpincho, carquejal, casabate, casabe, casimba, catanga, catingudo, cauchao, caucho, caxúchitl, cayuco, cempasúchil, cíbolo, coa, cocal , coclí, coco, cocol, cocolmeca, cócora, cocotero, cocoztomatl, cocuyo, colí, colibrí, coligüe, comal, comanche, conuco, copal, copihue, corana, corrosca, costomate, coyabra, coyol, chácara, cuate, cucucho, cuchubito, cuchuco, cuchugo, cuchumbí, cuico, cuje, cují, cumarracha, cumbarí, cuncuna, curazao, curí, curo, currucutú, currutaco, curubica, curuba, curubo, curupay, cuzco, chácara, chachamole, chagrero, cháguara, chaguarazo, chajá, chala, chaná, changa, changador, changar, chañar, chañaral, chañarito, chapal, chapul, chapulín, charabón, charrúa, chasqui (chasque), chaucha, chauchau, chayote, chepical, chiamal, chicalá, chicana, chichería, chichi, chichigua, chicholo, chiguano, chigüire, chil, chilaco, chilacoa, chilca, chilinchile, chiltipín, chiluca, chimal, chimango, chimba, chimbo, chiminango, chinaca, chinchorro, chingalé, chingar, chingolo, chinguillo, chinguirito, chipa, chipero, chiquichique, chircal, chircaleño, chircate, chiribico, chiripá, chócolo, chomite, chongo, chonta, chontadura, chorero, choro, chorote, chuguacá, chuncho, chunchulín, churimo, churrasco, chusque, dinde, diomate (?), diuca, enagua, enea, engualichar, epazote, equipal, féferes, ferrochucco, (?), fotuto (?), fufú, gaucho, gombo, guabita, guaco, guacal, guacamaya, guacharaca, guachecito, guacho, guachito, guadua, guairo, guairuro, guajiro, gualicho, gualte, guambía, guámparo, guamúchil, guando, guapucha (?), guaque, guarache, guaraní, guarapero, guarapo, guarumo, guasa, guascama, guascazo, guaso, guasquear, guasquiada, guatín, guatumillo, guatuso, guayaba, guayacán, guayamé, guayuco, güero, güetar, güete, güin, güinca, güío, guirigay, güiro, guita (?), gurrí, hico, hobo, hule, iguá, ipecacuana, iraca, istle, itacate, jacarandá, jagua, jaguar, jagüel, jalapa, jayaca, jején, jícara, jigra, jigua, jilote, jimagua, jipato, jitomate, jocoqui, jocoyole, jonuco, jorongo, juil, kanché, kankilixché (?), lampa, liana, líchigo, lingue, litre, loncotear, lulú, macehual, macuache, macubá, macuito, maculí, macuteno, machi, machigüe, machote, maitén, malón, maloquear, mamey, managua, mandioca, mandul, mangangá, manglar, maní, mañoc, mapaná, mararay, maritata, mastate, mataco, matagalpa, maxtle, mecapal, mesclapigue, metlapilli, miche, michú, minchú, miñango, mitaca, molcajete, mole, moriche, muche, muisca, muitle, muque, murrapo, mute, nacagüita (anacahuita), naco (?), nacuma, naguare, naidí, nayo, neme, nicaragua, nixtamal, nolí, nuche, ñacurutú, ñame, ñandú, ñandubaizal, ñandubay, ñanga, ñangotarse, ñapa, ñapindá, ñeque, ñisca, ñopo, ñusta, ocobo, ololique, olote, ombú, orochi, otate, oyamel, pacunga, palco, palla, pallaro, pambazo, pambil, pampa, pangaré, papaya, pastle, patay, payaca, payandé, pellar, pepenar, peumo, piaunde, pichancha, pichicuaraca, pichigotón, pilcha, pilquén, piocha, piola, pipiolo (?), piquillín, pisco, piste, pitirre, popote, porongo, porotillo, poyata, pucho, pulcata , puna, queche, quelite, quena, quetzal, quiche, quil(a), quilme, quilombo, quillango, quillapí, quimba, quingos, ranga, raque, sarape, sarrapia, socobe, soche, sorquil (?), sotol, sucurí, súchil, tacaratia, taco, tacuara, tacurú, tagua, talancapate, talayote, tanatero, tapianco, tapir, tarumá, tecomate, tejocote, tencua, tepalcate, tepozán, tequesquite, terecay, terutero, tiliche (?), titiribí, tlacatecotl, tlaco, tlachique, tlalaje (?), tlamapa, tlapahuitle, tlapalería, tlapatli, tlapixquera, tlazole, tlecuil, tlemole, tlemolillo, tlezontle, tlixóchitl, tocayá, tocuyo, toche, tochuacaciti, toloache, tomate, tompiate, tongorí, topil, toqui, totí, totole, totopostle, totora, totuma, trabacuí (?), tucotuco, tule, tulpa, tundama, tunebo, ture, turmequé, turupe, tután, tuya, uchuba, ulamá, urutaú, vacaray 'ternero nonato' (< vaca + guaraní ray 'hijo' ), vijúa, vincha, vinchuca, xóchitl, yacaré, yagruno, yagua, yaguané, yaraví, yarey, yarumo, yátaro, yatay, yaxnic, yaya, yunga, zacateca, zacatlascale, zarandé (?), zopilote, zorongo (?).

Fenómeno netamente culto fue en la Hispanoamérica del siglo XIX (aún más quizá que en la del siglo XVIII) la afición por los galicismos y la cultura francesa en general. Entre los galicismos, tanto viejos como nuevos, que registramos en nuestras fuentes hispanoamericanas del siglo XIX figuran: a la moda, a la dernière, a propos, alta cocina, ambigú, amor propio, amuzamientos, aplomo, aproche, assortiment, atalaje, atrapar, au revoir, avance, avantrén, avenir, bagaje, batallón, bayoneta, bebé, bibelot, bocoy, boga, bombé, bon Dieu, bonapartista, borbonista, borgoña, boulevard, bouquet, brancha, brecha, bretaña, brigada, brigadier, brigán, brin, brulote, bufete, bujía, burdeo, bureo, cabriolé, caleche, canapé, canard, cancán, cañón de colisa, cartucho, cartuchería, cité, claque, comandante, combate, comedia humana, comme il faut, comité, cómoda, complot, comfort, consola, convoy, coñac, corbata, corps, corsé, coulant, cupé, couple, crême, crinolina, crochet, croquis, chaflán, champagne, chantilly, chaqueta, chaquete, charretera, chatelain, chic, daguerrotipo, dama, debut, deplorar, derroche, desert, detail, detall, detalladamente, disgustante, doné, doublé, edecán, encargado de negocios, enchanté, epouvantable, esprit, estado mayor, etiqueta, general en jefe, evenement, fiancée, foete (?), foudre, francmasón, frippon, fusil, futre, gabinete, gaje, galopa, garantir, garrupié, garzón, gavota, gendarme, gentil, glasé, glacis, golpe (de estado, de gracia, de mano, de ojo), gripe, griseta, gro, guardia de corps, güi (=oui), guillame, guillotina, guiñapo, hacer el amor, hacer época, hotel, jamba, jardín, jefe, lote, madama, mademoiselle, la Marsellesa, manjar blanco, mansú, masón, matinal, menaje, minué, moda, modista, mon ami, mon cher, monsieur, montaje, necessaire, no hay de qué, nobleza obliga, obligante, oriflama, orleanista, paletot, paquete, parlar, parlero, parque, parvenido, parvenu, pasaporte, pachulí, pelotón, peluca, peluquería, peluquero, petimetre, petipieza, pique, piqué, piquete (?), pirueta, plaqué, plesantería, point du tout, portabuqué, pour-parlar, pote, prestar (su aquiescencia), presque-isla, prest, puntiví, punzó, puré, quepis, quinqué, randevú, rapé, raqueta, recular, remarcable, renaissance, rendezvous, reproche, resorte, restaurante, revancha, ricochet, rigodón, rocambor (?), rochela, rol, roulis (?), royal, ruleta, sable, sansculotismo, sans adieu, sans façon, sansculotte, savoir-faire, silueta, situayén, sofá, soirée, souvenir, sublime, suceso 'éxito', suprema de volalla , tapiz, taller, tableau, tête à tête, telégrafo, tisú, toesa, toilette, tolete, tricolor 'bandera de tres colores', tualeta, tren, tul, turbión, útiles 'utensilios', usina, valenciennes, varieté, velutina, videta, viñeta, violeta, vis à vis, vivac, vodevil, volalla.

Mucho menos frecuentes que los galicismos eran todavía en el siglo XIX los anglicismos, en el uso de los cuales se nota a veces un tono de ironía o de burla, tal vez por la imagen generalmente negativa y hasta caricaturizada que los hispanoamericanos del siglo pasado se habían formado de los 'anglosajones', tanto ingleses como 'yankees'. Entre los anglicismos recogidos figuran por ejemplo beefsteak, broadway, budín (pudding), bugle, byroniano, club, cold cream, cuaquerismo, dandi, dollar, dril, escuna (schooner), esplín (spleen), gentleman, guasintón, ¡hurra!, jockey club, juez de paz (justice of the peace), querosina, lady, lancáster y lancasteriano, ley azul (blue law), lonche, lord (o loro), Lord Ragland (sic),lordbyriano (sic) y hasta lordbyrianamente, lunch, macadamización, macadamizar, macadams, mambrú (Marlborough), meeting, miss, míster, ponche, queche (ketch), rémin(g)ton, revólver, rifle, rifleman, riflero, estimbote (steamboat), tartán, tourist, trique, túnel, waterproof, whisky, yankee (o yanqui), yarda, yoquei (jockey).


Introducción al LHA del siglo XX

El léxico de un idioma en cualquier momento es fruto de la compleja interacción entre diversos niveles socioculturales, cada uno de los cuales está representado en esta obra: el lenguaje culto, el científico, la lengua popular urbana, el habla rústica dialectal, y las jergas de grupos especiales como delincuentes, estudiantes, militares, comerciantes, burócratas, etc. Para ciertas regiones bilingües hay muestras inclusive del español mixto de las poblaciones indígenas.

Como todos sabemos, un léxico refleja en cada siglo las influencias culturales e ideológicas que le llegan del exterior y que requieren una nueva terminología para hablar de ellas. Algunas veces, tales términos entran directamente, acomodados de alguna manera, bien o mal, a las normas gramaticales y fonológicas vigentes, otras veces son traducidos mediante el uso de voces castizas que adquieren así nuevos valores semánticos. Todo léxico sufre también un continuo proceso de renovación. A medida que ciertos términos o locuciones se difunden o se ponen de moda, otros pierden su vitalidad y caen en desuso.


Fuentes

Las fuentes han sido escogidas con el mismo criterio: el de buscar la máxima diversidad de géneros, de estilos, de temas, de niveles idiomáticos.

En Hispanoamérica, las fronteras dialectales no siempre corresponden con las actuales fronteras políticas, muchas de las cuales sufrieron cambios a consecuencia de conflictos surgidos después de las guerras de Independencia. Parece que en general los dialectos ya se formaron en los tiempos coloniales (en el siglo XVI, sobre todo), influyendo en su formación la procedencia regional (o sea dialectal) de los colonizadores peninsulares, el grado posterior de aislamiento o de enlace cultural con España, y la vitalidad de la cultura y lengua de la población indígena regional.

En la selección de fuentes para el LHA, han tenido menos importancia las fronteras nacionales de hoy, y más las aglomeraciones demográficas. México, con su enorme población y su fuerte influencia lingüística en el mundo hispánico moderno, ha merecido mayor atención por ejemplo que la América Central y Panamá. En el siglo veinte, con sus adelantos tecnológicos y sus medios masivos de comunicación, los focos de la creación, asimilación y difusión de términos nuevos son obviamente los grandes centros urbanos como México, Bogotá y Buenos Aires y no las vastas zonas rurales. Este hecho justifica la representación notablemente mayor de fuentes y citas provenientes de dichas metrópolis (y de otras como Caracas y Guadalajara), sobre todo en el último cuarto de siglo. Dada la rapidez con que crece actualmente el léxico español, el LHA no puede ser más que una buena muestra del vocabulario y de los modismos y matices de significado que hubiera rendido el registro sistemático de un corpus dos, diez, o cien veces más extenso.


Morfología

En el español americano la creación léxica sigue empleando básicamente los mismos recursos de siempre, entre ellos la derivación a base de los prefijos y sufijos hispánicos tradicionales.

Los prefijos son muy fáciles de localizar en los diccionarios por su orden alfabético, pero cabe señalar aquí la creciente tendencia, en el siglo actual, de convertir en cuasi-prefijos ciertos elementos latinos o griegos como ex- (ex-alcalde), neo- (neocasado, neonato), (p)seudo- (seudoliberalismo, seudomoderno), mini- (minifalda, minicumbre), micro- (microonda, microbiólogo), multi- (multipartidismo) o tele- (telenovela).

En la formación del nuevo vocabulario científico y a veces seudocientífico entran, además de los prefijos tradicionales grecolatinos, otros elementos del mismo origen, por ejemplo a- (acrónico, apnea), agro- (agroindustrial, agrofructícola), alo- (alopatía), anti- (antiaftoso, antibélico), auto- (autoconsumo, autocensurar), bi- (bipolaridad, bipartidismo), bio- (biofísico, biotecnología), contra- (contraguerrillero, contraindicar), crono- (cronograma, cronometrización), demo- (demográfico, demoprogresista), dis- (disfunción), eco- (ecodesarrollo, ecosistema), ex- (ex-esposa, ex-mandatario), extra- (extrapsíquico, extraurbano), electro- (electrodoméstico, electromecánico), foto- (fotodetector, fotonovela), geo- (geoquímico, geotécnico), hidro- (hidromasaje, hidroterapia), homo- (homologar, homogéneo), infra- (infradotado, infrahumano), inter- (intercambio, interconectarse), intra- (intraclase, intradomiciliario), iso- (isoestructura, isomerismo), kilo- (kilovatio, kilométrico), macro- (macrobiótico, macromolecular), micro- (microbrigadista, microprocesador), maxi- (maximulta, maxidevaluación ), mini- (minicomercio, minimercado), mega- (megacéfalo, megasecretaría), meso- (mesoamericano, mesoterapia), mono- (monoespecífico, monorriel), multi- (multidialectalismo, multiétnico), narco- (narcoguerrilla, narcotraficante, narcodólar), neo- (neonato, neocasado), no- ( no-estándar, no-lingüístico), oleo- (oleorresina, oleoducto), orto- (ortometría, ortopraxis), pan- (pancrónico, panárabe), poli- (policéntrico, polideportivo), proto- (protocriollo, protoplasto), (p)seudo- (pseudoestudiante, pseudopirámide), (p)sico- (psicolingüística, psicopedagogo), radio- (radioactivo, radiodifusión), re- (rebobinador, recambio), retro- (retroactividad, retroalimentador, retrovidente), semi- (semiamueblado, semi-maratón), socio- (sociodoméstico, socioeducacional ), sub- (subcampeón, subfacturación), super- (super-agresivo, super-saturado), supra- (supranacionalidad, supraestado), tecno- (tecnosociología), tele- (teleespectador, telelloradero), tri- (triatlón, trilocular), ultra- (ultraproteccionista), uni- (unicultivo, unisexual), zoo- (zootecnia, zoosanitario).

En el español americano el consabido cambio de género sigue vigente no sólo para marcar diferencias correspondientes al sexo en los seres humanos y en algunos animales, como en tío / tía, criado / criada, perro / perra, señor / señora, doctor / doctora, presidente / presidenta (y hasta juez / jueza) sino también para designar una variante cualquiera (en tamaño, forma, uso o calidad) del concepto primitivo (cuchillo/a, cesto/a, pago/paga, peso/a, resto/a, rueda/o, huevo/a, bolso/a, banco/a, cosa/coso) y a veces para expresar alguna correspondencia o asociación semántica (por ej. árbol: fruto en ciruelo / ciruela, naranjo / naranja, guayabo / guayaba, palto / palta).

También la derivación por cambio de género usado conjuntamente con algún sufijo tiene una larga tradición en español (la aguja: el agujero, la sombra: el sombrero, la rata: el ratón, la sierra: el serrucho, el (f. ) ave: el avechucho, la tienda: el tenducho, la voz: el vocejón, la pluma: el plumacho, el zapato: la zapatilla, el papel: la papeleta, la cama: el camastro, el horno: la hornilla, la isla: el islote).

Ya desde el siglo XVI vienen documentándose en el LHA ejemplos de tales derivaciones con cambio de género. Hoy el cambio de género llega a parecer casi sistemático en el caso del sufijo -ero/-era para nombrar un recipiente o lugar donde suele hallarse lo designado en la forma primitiva.

Por ejemplo en el siglo XX encontramos:
la ropa : el ropero
la ficha : el fichero
la sal : el salero
la tarjeta
: el tarjetero
la candela
: el candelero
la tinta : el tintero
la percha
: el perchero
la yesca
: el yesquero
la moneda
: el monedero
la bala : el balero
la goma
(de pegar) : el gomero
el sombrero : la sombrerera
el teléfono
: la telefonera
el rincón
: la rinconera
el té : la tetera
el vidrio
: la vidriera
el hielo : la hielera
el vinagre
: la vinagrera

El hábito se extiende a los indigenismos, por ej.:
la tuna : el tunero
la tusa : el tusero
el cocuyo
: la cocuyera
el bejuco : la bejuquera
el comején
: la comejenera
los tiliches
: la tilichera
el zompopo
: la zompopera
el guano : la guanera

y a los anglicismos:
el cheque : la chequera
el coctel : la coctelera
el wafle
: la waflera
el ponche
: la ponchera
el lonche : la lonchera
el videocasete
: la videocasetera

Pero no faltan algunas excepciones, casos sin cambio de género: la compota: la compotera, el ombligo: el ombliguero, el estiércol: el estercolero.


Sintaxis

El LHA proporciona datos para muchos estudios de tipo sintáctico, como por ejemplo la notable extensión, en el español americano, del empleo de la preposición a para marcar complementos directos no personales (el lodo que mantiene muy azolvada ... a la laguna), la creciente tendencia a omitir el artículo definido con los nombres de los países (Ecuador, Paraguay, Perú, Estados Unidos, etc.), el uso casi general de le por les (dale un beso a tus papás), vacilaciones populares de género o número, oposiciones entre por y para, ser y estar, y vos, haber y hacer, variantes populares y arcaicas en la conjugación verbal y en el uso de los pronombres (con ellos 'consigo', para yo 'para mí', se los dije 'se lo dije a ellos'), etc.


Léxico procedente de otras lenguas

En Hispanoamérica, la flora y la fauna autóctonas regionales casi siempre se designan por sus nombres indígenas y generalmente por sus nombres españoles las plantas y los animales domésticos traídos de Europa.

Como comprobó un importante estudio de Juan Lope Blanch intitulado El léxico indígena en el español de México (El Colegio de México, 1969), son menos de cien los indigenismos usados en todo México por la gente culta urbana. Pero en los pueblos de provincia y las zonas rurales de toda Hispanoamérica, sobre todo en las regiones donde todavía subsiste alguna lengua autóctona, como Yucatán, Guatemala, Paraguay, Chiloé, y las repúblicas andinas, abundan términos indígenas usados sólo en el español de cierta región y desconocidos en los grandes centros urbanos. Gracias a la labor científica o humanística de antropólogos y escritores indigenistas de los siglos XIX y XX, vienen apareciendo e identificándose como tales miles de indigenismos que pueden haber existido en el español de aquella región desde hace siglos sin difundirse. Esta parece ser la única explicación en el caso de los muchos tainismos que todavía en los siglos XIX y XX siguen documentándose por primera vez a pesar de haberse extinguido la lengua de origen (el taíno o arahuaco) alrededor de 1530, es decir, poco después de la Conquista.

El LHA confirma plenamente un hecho fundamental: la antigua influencia cultural del francés ha sido casi suplantada en Hispanoamérica, como en gran parte del mundo, por la del inglés, sobre todo del inglés norteamericano. Mientras que los galicismos de los siglos XVII, XVIII y XIX apenas rebasaron, aun en España, la clase culta francófila y poco o nada invadieron el vocabulario de la gran mayoría de hispanohablantes de ambos lados del Atlántico, la influencia actual del inglés, propagada a veces inconscientemente por los poderosos medios de comunicación masiva, es constante, profunda y casi universal, alcanzando a todo hombre, mujer, niño, adolescente, adulto, hasta anciano, a quien le gusta leer revistas o periódicos o las tiras cómicas (ingl. comic strips), vestir bluyines (ingl.bluejeans), ir al cine, escuchar música popular en las discotecas o en la radio, aficionarse por los deportes (fútbol, béisbol, basquetbol, el boxeo, etc.), y en general preocuparse por las novedades científicas o por el comercio internacional.


Voces y locuciones de la época

En el nuevo léxico notamos un afán por combinar con precisión, en una sola palabra, conceptos complejos que antes hubieran requerido quizás una frase entera. Entre los copiosos neologismos científicos y seudocientíficos figuran además, por ejemplo: actualización, adecuación, aerogenerador, agroindustrial, anticuerpo, antioccidentalismo, autofelicitarse, autoimponerse, autoservicio, banco de sangre, cretinográfico, cuotidianizarse, deficitario, deflacionario, desacidificar, desestimular, desfase, deshidratar, desincentivar, desmonetizar, desparasitar, discográfico, dolarizar, entrefaz, escenificar, estándar, estrellitis, estresante, estupefaciente, europapel, evapotranspiración, farmacodependencia, focalizar, gasoducto, glotalizar, homologar, incosteabilidad, infectocontagioso, infraestructura, interdelegacional, intertextualidad, intracavitario, intrahospitalario, justipreciación, láser, lotificar, macroeconómico, magnicida, marginación, mediatización, microfotografiar, microfútbol, minifundio, miniolimpiada, monetizar, multiprocesador, multitarea, narcotraficante, neuromuscular, nosocomio, optimización, paramédico, paraoficial, parapolicial, parapsicología, permisología, pesticida, plastificar, pluricultural, poliglotismo, postmenopáusico, potabilizar, predestape, prekinder, prolactina, psicofármaco, radar, radiodifundir, retroalimentar, retroproyector, retrovirus, reubicación, revitalizar, semiconductor, semiconsonantización, seropositivo, sexollamada, sicoterapéutico, siniestralidad, sismotécnico, sobreexplotación, sobrepastoreo, sobrevender, subacuático, subgénero, superavitario, superconductor, superpetrolero, tangibilizar, taquillero, telemática, termonuclear, termoplástico, texturizar, tirapiedrismo, tridimensional, tromboembolismo, tropologización, turboalimentación, turbocargado, ultrasonido, ultraveloz, videocasetera, vitrocerámica, vulcanología, zonificar.

Aunque siguen apareciendo, sobre todo en la literatura de la primera mitad de este siglo, muchos arcaísmos, vulgarismos y dialectalismos como agora, haiga, naiden, mesmo, manque, paderón, nenguno, mangano, dentrar, trujites, etc., poco a poco las variantes arcaicas van cediendo a la creciente urbanización, la enseñanza pública y obligatoria, y la actual influencia lingüística, homogeneizante, avasalladora, de los medios masivos de comunicación.


Vocabulario de valor histórico y sociocultural

El LHA trae copiosas citas escogidas con el propósito de ilustrar la permanencia o la lenta evolución cronológica de creencias, valores y actitudes tanto hispánicos como autóctonos.

Tales ideas y valores se transparentan en diálogos y comentarios filosóficos, religiosos y políticos, en el lenguaje metafórico, en los cuentos y refranes populares, y hasta en las fórmulas de tratamiento, las interjecciones y groserías, y los insultos de carácter social, racial y sexual.

El lector interesado hallará abundantes juicios culturales y material folclórico regional al consultar entradas sencillas como vida, muerte, pecado, Dios, cura, señor, santo, misa, creer, mujer, madre, padre, marido, hombre, lujo, niño, joven, viejo, cristiano, judío, católico, indio, negro, mestizo, criollo, dinero, rico, pobre, hambre, pedir, comer, beber, agua, tomar, tener, saber, querer, vivir, morir, matar, trabajo, tierra, campo, pueblo, patria, amigo, tiempo, frío, ladrón, robar, engaño, puerco, perro, gato, burro, caballo, carne, comida, casa, casarse, ganar, perder, sugerir, caer, andar, llevar y otras muchas de esta índole.


Otras publicaciones relevantes de Peter Boyd-Bowman

Índice geobiográfico de 40.000 pobladores españoles de América en el siglo XVI . Tomo I (1493-1519). Instituto Caro y Cuervo. Bogotá, 1964. Tomo II (1520-1539). Editorial Jus. México D.F., 1968.

Índice geobiográfico de más de 56 mil pobladores de la América Hispánica . Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM / Fondo de Cultura Económica. México D.F., 1985. "Regional Origins of the Earliest Spanish Colonists of America," PMLA (dic., 1956), 1152-63.

"La procedencia regional de los primeros colonizadores españoles de América", Mundo Hispánico, Madrid (oct., 1957).

"La emigración peninsular a América: 1520-1539", Historia Mexicana (dic., 1963), 165-92.

"La procedencia de los españoles de América: 1540-1559", Historia Mexicana (sept., 1967), 37-71.

"Spanish Emigrants to the Indies 1595-1598: A Profile", First Images of America: The Impact of the New World on the Old. Fredi Chiappelli (ed. ), U.C.L.A. Press (marzo, 1976), 723-35.

"Patterns of Spanish Emigration to the Indies till 1600", Hispanic American Historical Review (otoño, 1976), 580-604.

"A Sample of Sixteenth-Century Caribbean Spanish Phonology", 1974 Colloquium on Spanish and Portuguese Linguistics (Univ. of Massachusetts), Georgetown Univ. Press (1975), 1-11.

El habla de Guanajuato . UNAM. México, D.F., 1960. "Spanish and European Textiles in Sixteenth-Century Mexico". The Americas 29 (enero, 1973), 334-56.